La vida por Perón, de Daniel Guebel

noviembre 14, 2008 at 10:10 am Deja un comentario

La vida por Perón es el guión que Daniel Guebel concibió originalmente para la película del mismo nombre dirigida por Luis Ziembrowski. Según reza al comienzo del libro (Buenos Aires, Emecé, 2004) la idea de convertir el guión en novela fue una tarea posterior que se propuso y llevó a término el propio Guebel.
El relato es por demás simple, divertido, corto, de esos que se leen de un tirón rápido y dejan la sonrisa colgando de los labios. Debemos reconocer que la idea de centrar un texto sobre la reproducción paródica del “discurso peronista”, sobre todo a partir de las inflexiones de epopeya que le dieron al mismo sus sectores “de izquierda”, más precisamente los Montoneros, a primera vista y oída nutría cierto prejuicio, olía a vejez, a ya fue; sin embargo, y por esas vueltas de la historia, finalmente lo terminamos leyendo después de la “batalla de San Vicente” y entonces lo que parecía fenecido cobró otro sabor y color.

Guebel es, a la vez, absolutamente delirante e impiadoso con esa jerga de la “orga” que, en última instancia y juzgada, claro, desde la comodidad de cierta distancia epocal, termina descubriéndose como el disfraz del vacío político más absoluto. Precisamente allí Guebel encuentra el destilado de su jugo nutricio hacia los territorios de la ficción.
De cualquier modo se “siente” que originalmente se trata de un guión puesto que la lectura se topa con ciertas escenas que parecen demasiado estratégicamente colocadas como para “levantar” el clima y subrayar los giros de la acción, sexo incluido. Así, por ejemplo, ocurre con la escena inicial del teatral Juan Moreira de barrio que seguramente fue pergeñada en los términos de su vistosidad, pero que bien podría desaparecer de un plumazo.
Otro tanto ocurre -entre el punto anterior y éste transcurre lo mejor de la novela- con la entrevista con el mismísimo Juan Perón que el “cuadro” militante jura haber vivido allá en Puerta de Hierro. Es demasiado larga y excesiva, es cierto que más de una vez despierta la risa más sana, pero es cierto también que parece un agregado porque las páginas no alcanzaban, y entonces esta parodia de los esfuerzos periodísticos y documentales con que Tomás Eloy Martínez armó La novela de Perón sí alcanza para burlarse de la ambición desmedida del libro del otro pero no para fortalecer el propio, se pierde en su trazado de ejercicio.

El giro dramático y la sorpresa argumentativa del final quizá puedan disparar otras interpretaciones. En el sacrificio inútil y gratuito que los Montoneros utilizan para diseñar su contragolpe demencial, en la muerte del inocente, quizás puede afirmarse que Guebel, queriéndolo o sin querer, dialoga con una serie de ensayos y artículos que en los últimos tiempos han estado dando vuelta por allí en torno a la “lucha armada” de los setenta. Puede ser (y si así fuera el juicio de Guebel es directo e inapelable), aunque lejos está de ser lo central de La vida por Perón.

No es Los elementales, ni Matilde, no es el mejor Guebel, pero tiene lo suyo y encima anda por las ofertas. Ustedes sabrán.

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