Euforia del discurso antiobrero (o de cómo y cuándo la presidente y su troupe arman la misma operación de prensa que Clarín, La Nación y el conjunto de los medios comerciales)

“Ahora, los delegados del subte dicen que la SUBE genera problemas cervicales” titula Infobae del día de ayer, y vale que los estudiantes de Comunicación le presten particular atención a ese Ahora. Se trata de un ejemplo, porque lo cierto es que hace cuarenta y ocho horas que todos los diarios nacionales, Clarín y La Nación en primer lugar, el conjunto de las radios comerciales más escuchadas (Reynaldo Sietecase en Del Plata, Ernesto Tenembaum y Nelson Castro en Mitre) junto con los noticieros de la televisión vienen batiendo coordinamente el parche que lanzó por cadena nacional la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en medio de risitas sarcásticas que encontraron rápida réplica en quienes la escuchaban en vivo y en directo, entre otros los mandamás de la Mercedes Benz.

El truco es sencillo. Se trata de ridiculizar a los trabajadores que exigen por sus condiciones de trabajo. ¿Tendinitis? Pero, ¿ahora qué quieren? Viene a ser algo así como cuando los maestros de Santa Cruz estaban de huelga y, en medio de los palazos de las patotas y la Gendarmería, algún “analista” recordaba con flema del más absoluto sentido común reaccionario: “…si tienen tres meses de vacaciones…”. ¿Siempre protestando, che?

El modelo de trabajador que se convierte en expreso deseo oficial es el resignado papá de la propia presidenta, quien, según su recuerdo, siempre agachó la cabeza y le pegó para adelante sin quejarse. (De paso vale anotar que a lo mejor alguna vez cortó boleto de colectivo, pero en realidad el padre era un mediano empresario de transporte.)

Así, todas las reivindicaciones que los laburantes de los subterráneos de Buenos Aires vienen exigiendo desde hace años —mejores condiciones de trabajo, cese de la tercerización, cumplimiento de las categorizaciones que suponen mejoras salariales, fuera la burocracia de la Unión Tranviaria Automotor, plenos derechos gremiales a través del reconocimiento legal como sindicato, etc.— pasan al olvido detrás de lo colorido de la anécdota de los dolores de espalda. Los “editores” en todos los casos se tomaron el meticuloso trabajo de recortar de las declaraciones de los delegados aquellas partes que sólo hacían mención a los movimientos de brazos y quitaron el contexto explicativo mayor en que originalmente están integrados sus dichos. Eso, en un país donde mueren por día tres trabajadores a causa de accidentes laborales, y a los «comunicadores» y funcionarios los pone de mal humor que sean los propios trabajadores los que defiendan con fuerza salud y vida.

La ofensiva antiobrera promovida desde la presidencia de la nación ¿no es una “operación de prensa”?

Los trabajadores del subte ante las declaraciones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner

La presidenta Cristina Fernández hizo referencia hoy, en medio de un discurso, a la lucha de los trabajadores del subte por la mejora de sus condiciones de trabajo. Criticó en particular —también lo hizo el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi— que se reclame la modificación del método de recarga por los boleteros de la tarjeta Sube, que los obliga a extender durante horas el brazo en alto y provoca lesiones por las que numerosos trabajadores están de licencia médica.

Este justo reclamo, incluso, ha sido reconocido por la empresa Metrovías y por el Ministerio de Trabajo que en el día de ayer firmaron un acta donde se coloca que el sistema será modificado para evitar estas lesiones laborales. Un hecho que hace pensar que la presidenta no está bien informada sobre el tema.

Aparte de ello, no es buena la actitud de los organismos de gobierno (Ministerio de Trabajo, Secretaría de Transporte) de los que depende, en gran medida, la solución de elementales reclamos de los trabajadores, como el régimen de francos, la contratación de personal suficiente para el funcionamiento y extensión de la red, con su respectiva cobertura de cargos y recategorizaciones. La permanente postergación de estas soluciones enrarece el clima laboral y perjudica la prestación del servicio.

Pero también se refirió Cristina Fernández a que su gobierno concedió a los trabajadores del subte la libertad de organización gremial. Esto lamentablemente no es así. Por el contrario, el sindicato del subte, AGTSyP, ha visto postergado en más de dos años su reconocimiento gremial. Al día de hoy, la simple inscripción como sindicato de empresa, realizada por el Ministerio de Trabajo, le niega a esta organización derechos que tienen otros gremios, como negociar y firmar convenios, acordar salarios o intervenir como representación de los trabajadores en los conflictos. Incumbencias todas ellas que el gobierno otorga, en el subte, a la burocracia de la UTA (Unión Tranviarios Automotor).

Las reivindicaciones pendientes, como el reconocimiento pleno de su sindicato, forman parte de los más elementales reclamos de una organización que tiene el apoyo del noventa por ciento de sus bases y que el gobierno mantiene subordinada a la burocracia de la UTA. La presidenta debería rectificar estas inexactitudes y aclarar, dado el alto nivel desde donde se pronunciaron, que no implican alguna ofensiva política sobre el accionar independiente de la organización gremial del subte.

Trabajadores del subte

José Ignacio de Mendiguren, el capo de los patrones, y Cristina Fernández de Kirchner chicanearon a Hugo Moyano en medio de la cena (¿se imagina ustedes quién será el pato de la boda?)

Hace unos días y después de mucho cacarear, los líderes de la CGT y la CTA, los Hugos Moyano y Yasky metieron violín en bolsa y aceptaron un salario mínimo que no llega a la mitad de la canasta familiar calculada en unos seis mil pesos. Ahora, Moyano fue a cenar a Tecnópolis y se tuvo que bancar que el titular de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, y la presidente lo tomaran para el churrete.

Los diarios de hoy presentan la información como nota de color (que se puede leer aquí), pero es por demás significativo de quiénes se la van a seguir llevando en pala en la Argentina pos-elecciones.