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Entrevista a Martin Scorsese: «Wall Street es el equivalente moderno de la mafia, allí están hoy los verdaderos delincuentes»

Entrevista a Martin ScorseseLe Nouvel Observateur: -Wall Street ¿es el equivalente moderno de la mafia?

Martin Scorsese: –Exactamente. El héroe de El lobo de Wall Street, Jordan Belfort [interpretado por Leonardo DiCaprio], es hermano de Henry Hill, el personaje de Buenos muchachos [Goodfellas] Este último llegaba a tenerlo todo, dinero, mujeres, cocaína, mientras iba ascendiendo en la jerarquía de la mafia. En Wall Street cambia el decorado y, en apariencia, la moralidad es más refinada, pero es la misma cosa. Socialmente no es aceptable ser un gángster. Por el contrario, está bien hacer dinero gracias al sistema, sean cuales sean los medios.

¿Dónde está la línea divisoria?

–Me lo pregunto. Cuando era pequeño, observaba a la gente en mi barrio italiano: era algo muy contrastado. Estaban quienes tenían un aura de responsabilidad y quienes no lo tenían. Yo sabía que entre los excluidos había gente correcta, pero a la que trataban como a rufianes. Era todo una cuestión de imagen.

¿Qué es lo que ha hecho cristalizar, en su opinión, esta visión de la sociedad?

–Es que vi La ópera de los tres centavos de Bertolt Brecht en mi adolescencia y me estremeció. La obra la ponían en el Greenwich Village y nunca olvidé el final. Cuando lo van a colgar Mackie el Navaja pide la palabra. Cuenta lo que ha hecho y su argumentación es la misma que Charles Chaplin puso en la boca de Monsieur Verdoux, devolviendo sus propias infamias contra los acusadores: “¿Qué es robar un banco? Fundar un banco, ¿no es lo mismo?”, es su célebre pregunta.

Leer la traducción completa de la entrevista aquí.

enero 23, 2014 at 3:38 am Deja un comentario

La musa de la mala pata y el queso por las nubes

El Gobierno de la Ciudad ha lanzado un programa intitulado «No hay ciudad sin poesía», y para publicitarlo en los últimos días se han desparramado miles de afiches flanqueando las calles de Buenos Aires.

Cuando uno sale del mercadito chino con el cacho de queso que acaba de pagar veinte mangos y, de cara al cartel y poseído por el debate silencio y final con las furias urbanas acerca de aquello qué es esencial para la vida en la metrópoli y lo qué no lo es, no hay manera de evitar que dedique unos intensos segundos a maldecir a versos, poetas y las putas musas que los parieron.

abril 19, 2008 at 11:45 am Deja un comentario

La familia en serie

Después de haber tragado miles de capítulos de famosos sitcoms, las series norteamericanas que tienen como tema casi exclusivo la vida familiar, se pueden extraer alguna conclusión general que valga la pena sobre el funcionamiento de los medios y la industria cultural del mundo que nos ha tocado en suerte. Porque es por demás evidente que -ya sea por ímpetu realista, tratando de modernizar o simplemente para seguir capturando la atención de millones de espectadores que cada tanto se cansan y aburren-, lejos están tales especies de presentar grupos de parentesco cercano idílicos y que puedan servir como paradigma social y moral para el conjunto de la población. Al contrario, desde Los Simpsons y Married with Children para acá se podría encontrar rápidamente una catarata de ejemplos acerca de los más diversos males familiares: de qué modo el dinero marca y determina la relación, el odio de los hijos hacia los padres y viceversa, hermanos que son capaces de desearse y hacerse lo peor sin el menor escrúpulo, la falta absoluta de solidaridad con los vecinos, el malestar permanente que producen los abuelos y el horror frente a la noticia del nuevo embarazo, y miles de etcéteras por el estilo. El tratamiento podrá mostrarse estilizado, ambiguo, o frente a la dureza de algunas proposiciones brindar un cierre un poco más amable, todo eso es cierto, pero también lo es que lo dicho dicho está.

¿Cuál es la máxima ideológica general, entonces, que subyace y enhebra a la diversidad? La certeza e inevitabilidad de pensar la vida en el molde de la familia. Nada puede existir fuera de ella; se trata de un tipo de amuchamiento social que de tan fatal e inevitable ya es parte de la naturaleza y del equipamiento biológico de los seres vivos; su origen se remonta a Los Picapiedras y lo padecen de igual manera los animales y hasta cierto punto las plantas.

En consecuencia hay que aguantarse y seguir tirando. Allí están los chistes de suegras, las burlas de adolescentes y los gritos destemplados de las madres que con su efecto humorístico abren un poco la válvula de escape y posibilitan que se respire cierto aire consolatorio.

marzo 9, 2008 at 12:33 pm Deja un comentario

¡Bang! ¡Bang! Estás endeudado, una alegoría del capitalismo contemporáneo

El episodio estreno para la televisión argentina de la conocida serie CSI Miami que esta semana se exhibe por el canal de cable AXN, pertenece a su temporada 2007, lleva por nombre “Bang! Bang! You’re debt” (¡Bang! ¡Bang! Estás endeudado) y ofrece una trama verdaderamente notable.

El guión trata de una empresa de tarjetas de crédito -irónicamente llamada Liberty Coast– que persigue con sus beneficios a todo el mundo, sobre todo a los más jóvenes y naturalmente inclinados a los abusos de consumo, y sin ningún requisito les encajan el plástico. Los tipos ya saben el final de la historia, así que cuentan con una suerte de hangar lleno de cubículos con teléfonos donde otro grupo de muchachos con ganas de ascender se dedican a apretar, a través sobre todo de amenazas de sumarias ejecuciones judiciales, a quienes (la mayoría) han incurrido en gastos que no puedan pagar. Entonces, y de manera bien agresiva, los endeudados se ven obligados a refinanciar en términos demenciales aquello que adeudan lo cual los condena a pagar de por vida cuotas periódicas que cobran la forma de las pesadas cadenas de la esclavitud.

En el capítulo en cuestión algunos aceptan y promueven también que se les abone u obtengan prórrogas en especies sexuales, lo cual lleva a un pacto suicida, un asesinato y, bueno, esas cosas que hacen a todo policial televisivo que se precie y posibilite observar de qué manera los agentes del orden sirven y protegen a la comunidad. Pero eso aquí no importa.

Lo interesante es como se ofrece de manera despiadada una alegoría del funcionamiento de la economía capitalista en la entraña misma de la locomotora que empuja y empuja para que el sistema de conjunto no se detenga y siga adelante, soplando hacia el cielo el humo negro de los consumos de ficción y alimentando la caldera no con carbón sino con carne picada.

marzo 9, 2008 at 12:17 pm Deja un comentario

Especialidad: mamadas

Un par de mañanas atrás un “periodista especializado” (o algo así) de los que puebla el Canal 26 de noticias introdujo con tono grave y a continuación realizó un reportaje a un travesti. La nota fue presentada con los tules del esfuerzo de investigación y la honda preocupación social para tratar de entender el “fenómeno”.

Iniciada la entrevista la primera interrogación que el periodista en cuestión lanzó sobre el entrevistado fue bien directa y cruda -al menos así lo habrá pensado él, cuando en realidad era más bien reveladora de los presupuestos y ratones oscuros que rondan la testa del entrevistador.

El hombre de prensa preguntó, palabras más o menos: “La atracción de los hombres, los heterosexuales digo, hacia los travestis, ¿se debe a que los travestis efectúan el sexo oral mejor que las mujeres?”. El travesti le entregó como respuesta de inconmovible sentido común: “Y… eso depende del travesti y de la mujer”.

febrero 26, 2008 at 4:43 pm Deja un comentario

Meat is Murder

El cincuentón va en el colectivo sentado en el último asiento, cansado, sudado y aburrido, cuando de pronto observa la remera del pibe que viaja parado a su lado. Es una reproducción de aquella tapa de los Smiths, el tipo con el casco en gris y la leyenda “Meat is murder”. De golpe se acuerda cuánto le gustaba ese disco, allá cuando era casi joven. Duda un instante, pero finalmente se anima. Y ni bien cruza la mirada con su colega viajante, le dice, señalándole el pecho: “¿Te gustan?”. Por toda respuesta el muchacho hace un gesto indescifrable. El tipo insiste: “Pero por lo menos sabés lo que quiere decir”. “La carne es crimen, homicidio, algo así”, recibe como respuesta.

Encantado con el mínimo intercambio, el hombre se siente habilitado y de corrido pasa a sintetizar sin que se lo pidan el conjunto de la filosofía de Morrisey y su troupe escondido detrás de la consigna. Incluso recita de memoria algunos trozos de las letras de sus canciones, aquello que tiene que ver con el acto bárbaro de matar animales para procurarnos alimento y el modo en que, una vez que el alma se enchastra, el pantano lo ocupa todo.

El chico lo escucha atento, y al tiempo que el hombre pone punto final a su disertación entra en un pozo de silencio del que sale con una especie de sonrisa. Cuando gira para bajar por la puerta de atrás, mira al hombre por última vez y le dice, vaya uno a saber si en serio o en joda: “Yo siempre pensé que tenía que ver con el precio”.

febrero 26, 2008 at 4:41 pm Deja un comentario

Rap: cadencia y decadencia

Escuchar canciones de música rap, ver las imágenes que suelen acompañar a sus principales figuras, aquellas que las componen, arreglan e interpretan, generan un fenómeno curioso de emociones mezcladas y cruzadas. Por un lado es indisimulable la inmediata advertencia de su origen popular y callejero. Por más disfrazadas y estilizadas que aparezcan las palabras, aunque quienes las recogemos con la oreja en este lejano sur seguramente nos perdemos la mayor parte del eco cultural y social que arrastra la pronunciación hasta en las gotitas de saliva que chocan contra los dientes enojados y vuelan por el aire, es inevitable notar hasta qué punto tal modo de cantar -en realidad lo es más de un cierto recitar desafiante- está concebido para enfrentar y oponerse a la lengua “normal” de los blancos y generar formas de la identidad popular desde la captura de ese espíritu cargado de bronca y rencor que habita las barridas negras, latinas y pobres. Porque lo fundamental es esa manera del decir y del cuerpo que acompaña el decir (el rostro, la boca, las manos: la marcación es tan fuerte que hace ya tiempo que se insiste en parodiarla con eficacia y facilidad), después se pueden agregar el vocabulario y los temas, que van de suyo: completan la trama en el seguimiento de una simple inercia y continuidad.

Por el otro se encuentra aquello que podríamos llamar el planeta de la producción industrial. Que, en caída dramática, ha generado una profunda estereotipización musical y estética en general. Los arreglos y las posibilidades técnicas son cada vez más y mejores, cada vez son más sutiles y expertos quienes arman los arreglos, el beat gomoso de base, los subrayados mínimos con los teclados, cierto efecto dramático aquí y allá, las calculadas seducción y agresividad, y cada vez todo suena más parecido y homogéneo, pensado para pergeñar un fondo musical infinito que pasa y pasa por el CD, la radio, los parlantes de la computadora y la televisión sin que se note mucho el cambio de canción, disco, banda o solista.

Hace poco estuvo en la Argentina Snoop Dog y cuando le preguntaron por su pasado de gansta raper contestó que eso fue un pecado de juventud, que ahora tiene demasiados negocios entre manos como para andar ocupándose de stuff como aquél… El rap ha ido adquiriendo todos los vicios del nuevo rico. Antes mencionamos ese dato en relación con la producción musical, pero podría agregarse ahora la obsesión por la ropa cara, las joyas, los automóviles interminables, el fisiculturismo aceitoso, las increíblemente exuberantes modelos que parecen los clones en negro y con el culo más grande de aquellas California girls que atesoraban para los posters y videos los rubios grupos de heavy metal hace un par de décadas. La cadencia se ha convertido en una pura decadencia. Como con los futbolistas, la lotería, los reality shows y la mitología de garaje, los pibes pobres de los guetos urbanos deben soñar con convertirse en habitantes del universo rapero de la mágica y repentina abundancia, aunque la quimera cada vez fluoresca más deformada y vacía en el contexto de la recesión, la desocupación que avanza como la inflación y los cientos de miles -negros y blancos- que están siendo arrojados de las casas que no pueden pagar.

Para cerrar: nos pasaron un disco de Jay-Z y otro de 50 Cent, colocamos cada en uno en una mano como si fueran los platos de una balanza, y al final nos decidimos por Mis tangos preferidos del Juanjo Domínguez, convencidos de que la milonga jamás traiciona.

febrero 4, 2008 at 2:01 pm Deja un comentario

Los justomedistas


Hace algún tiempo dedicamos un breve escrito a caracterizar esa fauna que llamamos los periodistas margarita. Los describimos como aquella especie que se caracteriza por estimar las tareas de gobierno según un fórmula que parece tomada de las parodias que Landrú imaginaba para la revista Tía Vicenta en los años sesenta. En este caso las opciones binarias son “lo bueno” y “lo malo” que, en su balance final, siempre terminan demostrando que quienes nos gobiernan son tan imperfectos como nosotros, y por tanto igual de humanos, al tiempo que posibilitan que el opinador en cuestión pueda salvar la ropa si se viene el derrumbe: en el caso de que el personaje alguna vez equilibradamente analizado se revele como un fascineroso y ladrón o sea echado por la gente a las patadas, él siempre podrá recordar que “también en su momento hemos señalado los aspectos que no nos gustaban…” y que desgraciadamente terminaron primando.Ahora vamos agregar a nuestro bestiario un ejemplar de similares características que hemos dado en bautizar el justomedista.
Sus orígenes biológicos se remontan al ilustre Aristóteles y en él encuentran fundamento espiritual e ideológico. Las remeras con que se pasean por las playas rezan en el pecho: «Ni muy muy, ni tan tan…». En las últimas semanas estos comunicadores sociales han mostrado sus costumbres y mañas en el cubrimiento valorativo que han sabido prodigar a algunos sucesos de la vida sindical y política argentina bien emblemáticos de estos últimos tiempos.
Por ejemplo, frente a la agresión que sufrieron los trabajadores del Casino de Puerto Madero se apresuraron en su crónica del evento a subrayar que también había habido policías heridos y que se había visto a algunos integrantes del SOMU golpeados. “Eso no quiere decir que hagamos oídos sordos a los reclamos de los empleados del Casino porteño…” empezaron a concluir, pero, continuaron, las sillas volaron hacia los dos lados, razón por la cual es atendible que el Ministerio de Trabajo intervenga para conciliar posiciones.
También en relación a la huelga y las tomas organizadas por los trabajadores del puerto de Mar del Plata. Si el paro sigue adelante y tiene tal grado de masividad, pues bien, alguna razón tiene que haber, en ese sentido la policía que golpeó a los obreros tal vez se excedió en su tarea, pero de alguna manera debían reaccionar frente a los abucheos e intentos de agresión que recibió el intendente marplatense cuando quiso acercarse dialogar con los huelguistas. Queda claro, entonces, que se necesita que el Estado intervenga.
Podríamos abundar con ejemplos que abarquen los alumnos y docentes del Colegio Nacional Carlos Pellegrini o a los estudiantes universitarios frente a la asamblea de la UBA o a los choferes de taxis y colectivos o al gobierno israelí y los habitantes palestinos de Gaza… De lo que se trata es de no pecar ni por exceso ni por defecto, sino buscar el justo medio, allí es donde anida la paz, la razón y, en el caso de la tarea periodística, la pretendida objetividad.La cuestión, en conclusión, sigue el cálculo conservador que supone una no toma de posición, la prescindencia y el hacerse a un lado (abrir la brecha) para que asome su cabeza el Estado y pueda intervenir. Porque en realidad es el aparato estatal el que predica de sí ese equilibrio y la capacidad de mantenerse firme frente a las presiones naturales y desaforadas de las “partes”, y los justomedistas no hacen más que clonar tal natural disposición. Los medios comerciales de comunicación masiva de este modo revelan su natural continuidad con la tareas del Estado; y desnudan por completo su función ideológica en el hecho mismo de predicar la neutralidad de tal permanente intervención.

enero 28, 2008 at 11:04 am Deja un comentario