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Amon Düül II, Phallus Dei
Para contrastar los diferentes énfasis y acentos basta escuchar los excesos apretados en los ocho minutos de “Luzifers Ghilom” y confrontarlos con el breve y compacto “Henriette Krötenswanz” de redoblante de marcha militar y entusiasmo de pueblo; todo el guiso, claro, se revuelve mezclado y sintetiza en el infinito “Phallus Dei”.
En fin, hace casi cuatro décadas, en 1969, mientras los sucesos de Mayo todavía sacudían a los estudiantes y jóvenes de París y de toda Europa, John Weinzierl, Chris Barrer y Renate Knaup, los músicos alemanes que se cansaron de la comuna y armaron de Amon Düül II publicaron su disco debut y obra maestra, el irreverente Phallus Dei (aunque algunos de las piezas que lo siguieron, como el doble Yeti y Vive la Trance! no están lejos de sus brillos) , uno de los puntales más insignes del hoy por hoy reverenciado kraut rock. Nos dicen que se consigue acá.
Merzbow, Lowest Music
Así fue como decidió tomar el seudónimo artístico de Merzbow para firmar una obra musical extraña e impactante. El nombre utilizado para rebautizarse está inspirado en una obra del célebre artista de vanguardia alemán Kart Schwitters llamada “Merzbau”, y conocida también como “La catedral de la miseria erótica”. (Este «collage patafísico» puede apreciarse arriba.) La afinidad viene por el lado de que Akita-Merzbow siempre se sintió atraído por el “arte basura”, que en los plásticos experimentales desde comienzos del siglo veinte por los menos se viene implementando a través de diversas técnicas del collage; pues bien, al japonés no le resultó demasiado difícil traducir el recurso técnico al terreno de lo musical. El otro aspecto con que se toca con Schwitters es en torno a la apelación erótica, que en Merzbow se va a encontrar infectada por los ritos y los mitos del fetichismo y las formas sadomasoquistas.
Desde fines de los setenta al artista-banda Merzbow (dado que cada tanto Akira supo sumar a sus aventuras a algunos compañeros de ruta ocasionales) distribuyó una serie infinita de cassettes, algunos de ellos con la única “presentación” de algunos collages de fotocopias como envoltorio. De a poco empezó a presentarse en Tokio y conseguirse un pequeño grupo de seguidores que desde entonces considera a Merzbow uno de los fundadores del sonido noise, pero noise del peor, el primero, el más directo y provocativo, el mejor…
En los ochenta el reconocimiento le valió para que algunos sellos independientes de diversos puntos del planeta comenzaran a disputarse sus inclasificables obras. En 1993 la firma Extreme puso a la venta una caja que contenía 50 discos recopilatorios con las andanzas de Merzbow y que se considera hoy una pieza de coleccionistas dementes.
Avanzados los noventa sucedió lo que debía suceder: aterrizó en Nueva York, grabó para el sello de John Zorn y armó junto con Mike Patton una breve incursión sonora bajo el nombre de Maldoror, acontecimientos que engordaron su fama y reconocimiento crítico de (pequeño) público.
El año pasado dio a conocer dos álbumes: Merzbear y Synth Destruction.
Una leyenda del caos de la vanguardia musical, raro, agresivo, de esos que saben generar un ambiente sonoro demasiado alterado como para que los animales soporten permanecer en sus jaulas y de inmediato empiecen a patear el suelo de metal y mostrar los dientes. En fin, una experiencia intolerable para quien juzgue el arte de combinar los sonidos en términos de melodía y ritmo (y para el resto también).
Hacia 1982 Merzbow editó en su “propio” sello, ZSF, un cassette que lleva por título Lowest Music 2, el cual más tarde fue relanzado por Extreme, y es una buena muestra comprimida de lo que tiene para ofrecer. La indecente pieza se consigue aquí . A ver si se animan.