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Las frazadas no se rinden, y convocan ahora a un fuego simbólico en lo de Macri. ¿Resultará el del infierno tan temido por el poder?

Hace dos semanas fue un reguero de protestas que surgió desde una multitud de escuelas y colegios porteños cuando llegó el frío y estudiantes, profesores y padres debieron toparse con la cruel realidad de que una vez más y pese a todos los reclamos las aulas de la mayoría de los establecimientos carecían de mínima calefacción. La bronca creció, se fueron sumando las voluntades y también ganando en organización. Precisamente, el miércoles pasado la Coordinadora de Estudiantes Secundarios (CES) encabezó, siguiendo el ejemplo lanzado un poco antes por los estudiantes y profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (también sin gas, entre otros padecimientos), una concurrida Marcha de las Frazadas. La Jefatura de Gobierno porteño prefirió mirar para otro lado, quizás preocupada por conseguir caloventores a buen precio, así que los jóvenes decidieron volver a la carga para demandar una respuesta positiva a sus reivindicaciones.

En realidad la gente del alcalde Mauricio Macri insiste con que está arreglando los colegios, que el asunto va a llevar su tiempo dada la “pesada herencia” que le dejaron las performances de Aníbal Ibarra y Jorge Telerman, pero basta escudriñar con un poco de atención las páginas que los diarios comerciales dedican a la cuestión educativa para notar que la gestión en curso ha terminado solamente 12 de las 112 obras planificadas desde principios de año según un informe de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Datos tan significativos como éste no se les han escapado a los diversos centros de estudiantes que, como el del Colegio Nacional de Buenos Aires, no deja pasar comunicado sin resaltarlo como para que al conjunto de la población pueda confrontar los muchos gordos dichos y los pocos flacos hechos realizados por el macrismo.

En función de esta realidad y para tratar de calentarla un poco los estudiantes secundarios se van a mandar hoy mismo, después del mediodía, un fogón simbólico en la puerta de la Jefatura de Gobierno, no sin antes haber publicitado su realización y anoticiado a los vecinos de sus razones por todas aquellas calles y diversas esquinas de la ciudad que sus fuerzas alcancen.

Para colmo, la propaganda suma también la exigencia de una educación sexual laica y obligatoria como una materia específica en todos los colegios, precisamente en el mismo momento en que el ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, y sus “especialistas” cada vez se ven más comprometidos con las exigencias eclesiásticas e intentan licuar los alcances de la ley votada y lograr incluso que la palabra “forro” desaparezca de la jerga juvenil.

Podrán no ser éstos los mismos jóvenes que hace cuarenta años levantaron los adoquines de París o los otros jóvenes vistosos que por aquel entonces se revolcaban en el barro de Woodstock, o los trajeados que ochenta años atrás quitaban la bandera papal del frente de la Universidad de Córdoba, pero sin duda tienen como aquellos el mismo fuego del cambio en los corazones.

junio 18, 2008 at 9:25 pm Deja un comentario

El caso de la escuela sin calefacción del barrio de Floresta y el mal olor que no viene ni del gas que falta ni de Dinamarca

El “informe de situación” recientemente dado a conocer por la cooperadora de la Escuela Nº 10 del barrio de Floresta de la ciudad de Buenos Aires es una buena muestra de lo que está resultando de la mezcla de la llegada del frío y el deterioro de infraestructura de las escuelas más la política del gobierno porteño de cortar los fondos que periódicamente se enviaba a las escuelas para que los cooperadores pudieran disponer de una suerte de “caja chica” para los arreglos básicos del mantenimiento.

El colegio en cuestión fue visitado por los inspectores de rutina hacia el mes de marzo, y éstos, como ha ocurrido en otros muchos establecimientos educativos, decidieron que las instalaciones de distribución del gas presentaban pérdidas y otros males propios de su vetustez, razón por la cual cortaron el suministro. Las gestiones que desde entonces hicieron desde la escuela reclamando a las autoridades respectivas que hicieran algo no sirvió de mucho.

Así, la cooperadora solicitó los servicios de un calderista privado para que presupuestara los arreglos completos de las cañerías de cinco aulas. El profesional hizo un estimado por dicho trabajo de 9.500 pesos. Justo en ese momento los padres, profesores y estudiantes de la 10 se enteraron de que el gobierno de la ciudad tiene en carpeta una obra que involucra a la escuela al parecer de características épicas, y que explicaría por qué los “arreglos chicos” se vienen retrasando.

Si bien el trabajo en cuestión está en el proceso de licitación y no se han abierto aún los sobres de los oferentes, por lo cual también es una suerte de secreto de Estado en qué consisten verdaderamente las características y la extensión de dicha “obra”, si ha trascendido que el piso de la misma es de 545.000 pesos.

Un simple cálculo matemático, que en Floresta se puede realizar bien fácilmente al igual que en otros lugares del mundo, da que si el arreglo de 5 aulas cuesta, redondeando, 10.000 pesos y, engordando bien la cuenta, hacemos una proyección sobre 10 veces esa suma, es decir 50 aulas (sí ¡50!), el resultado da 100.000. Entonces, ¡¡¡¿¿¿el gobierno de la ciudad está manejando un monto cuyo piso es de más de 500.000…???!!!

Hummm, algo huele a podrido y no puede ser el gas ni precisamente en Dinamarca, sino acá nomás, bien cerca.

junio 18, 2008 at 9:22 pm Deja un comentario

El frazadazo porteño

Ni bien empezaron a asomar los fríos, ahí nomás y de inmediato estudiantes, maestros y padres de un colegio de Mataderos cortaron la calle y se las arreglaron para convocar al camioncito de exteriores de Crónica TV porque no tienen mínimamente calefaccionadas las aulas de su escuela. Fue un primer síntoma. Horas más tarde, y dado que la naturaleza no ayudó y el frío polar siguió avanzando, los colegios que debieron salir a las calles fueron muchos.

Por ejemplo el “Bernardino Rivadavia” del barrio de San Cristóbal o la Técnica número 9 de Flores, para mencionar sólo dos ejemplos, porque la realidad dicta que son muchos más los establecimientos educativos con problemas similares y con reclamos que se repiten desde hace ya mucho tiempo (el mencionado colegio de Flores, denunciaron, no tiene gas hace más de cinco años). Decenas de colegios, una centena de escuelas porteñas con igual padecimiento que las autoridades bien conocen y, una vez más, nada hicieron y ahora debieron salir corriendo a tratar de tapar el agujero como pueden y recordando a la población insistentemente que se trata de una “situación heredada” de las anteriores gestiones.

Los jóvenes porteños están incorporando una nueva palabra a su vocabulario: Frazadazo. La inauguraron posiblemente hace unas semanas los estudiantes y docentes universitarios de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y ahora la han tomado como modalidad de protesta en Constitución, Flores y otros barrios.

La situación no mejoró en lo inmediato y las autoridades respectivas siguieron en la inacción, de modo que la Coordinadora de Estudiantes Secundarios  organizó un frazadazo más grande y de todos frente a la jefatura de gobierno. (El episodio de los caloventores con cuyo apurado y exiguo reparto las autoridades trataron de sofrenar la bronca colectiva es un episodio grotesco que no merece aquí ser tratado.)

Habrá pues que seguirla, a ver si los tecnócratas de discurso moderno y los empresarios pujantes que en los discursos diseñan porvenires maravillosos y fluorescentes al menos, por ahora, se dan por anoticiados de que existen cosas más pueriles como el gas y las estufas, y que las escuelas porteñas los necesitan ya.

junio 12, 2008 at 10:51 am Deja un comentario

Macri Mauricio y su troupe de tecnócratas modernizantes en: «¡Victoria de los caloventores!»

Frente a la crisis de las escuelas del distrito que se encuentran sin gas y carentes de un calefaccionamiento mínimo de sus aulas el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, demostrando una inventiva sin límites, lanzó un plan de emergencia que consiste en… la repartija de caloventores.

En realidad para muchos colegios no es más que una promesa, con la indisimulada intención de taparles la boca, cortar la protesta e impedir que los reclamos y las movilizaciones de estudiantes, padres y docentes sigan creciendo y se ganen un molesto y ruidoso espacio en los medios de comunicación, como viene ocurriendo hasta ahora.

En aquellos casos en que los caloventores llegaron son pocos y la experiencia comprueba que de poco sirven. ¿A alguien medianamente sensato y que conozca, por ejemplo, esas grandes escuelas de puro cemento y largos pasillos levantados durante la intendencia Cacciatore se le puede ocurrir por ventura que la distribución de algunos ventiladores que larguen aire caliente puede servir para el combate de las bajas temperaturas de las primeras horas de la mañana?

Y esto sin contar el quilombo, y el directamente proporcional riesgo de seguridad, que supone, en el caso de que los caloventores fueran muchos, cruzar de acá para allá cables que no se sabe bien de dónde vienen y a dónde van. Si un panorama así se produce y los suelos de las escuelas quedan entrampados en un paisaje parecido al cielo cruzado por las gruesas venas de la televisión por cable, ¿a qué no imaginan en qué menesteres deberían gastar maestros y profesoras la mayor parte del tiempo de clases?

Siempre y cuando, es un suponer ¿no?, las vetustas instalaciones eléctricas resistan el multiplicado embate.

Pero bueno, es todo lo que hasta ahora se le ocurrió al modernizador Mauricio Macri y su troupe de tecnócratas futuristas que, mientras pergeñan nuevos triunfos de la tecnología, se ilusionan y rezan para que las estimaciones de los meteorólogos acerca de que no va ser un invierno muy frío en el Río de la Plata se confirmen.

Si no les sugerimos que entreguen un caloventor a cada chico, para que los usen de manera individual arriba de los bancos como esos echadores de aire a pila que taxistas y colectiveros solían usar hace algún tiempo colgados del espejo retrovisor durante los peores días de enero. Es un aporte nomás.

junio 12, 2008 at 10:41 am Deja un comentario

Escuelas porteñas sin gas: la denuncia del colegio Andrés Ferreyra de Villa Crespo

El pasado lunes, cuando estaba en el aire, se comunicó con el programa radiofónico  Desde el aula (FM La Tribu, FM 88.7 de la ciudad de Buenos Aires, todos los lunes de 17 a 18 hs.) Ricardo, un miembro de la cooperadora del colegio Andrés Ferreyra, ubicado sobre la calle Apolinario Figueroa 661 en el barrio de Villa Crespo. El motivo era hacer pública una denuncia ya repetida por parte de los establecimientos educativos porteños: hace unos dos meses que están sin gas.

El edificio que ocupa la escuela en cuestión ya tiene más de setenta años y durante todo ese período nunca los sucesivos gobiernos de la ciudad se preocuparon por realizar las necesarias tareas de mantenimiento y refacción, razón por la cual este año la empresa distribuidora inspeccionó el colegio y, como ha ocurrido en muchos otros casos, decidió cortar el suministro ya que considera que no se cumplen las garantías básicas de seguridad para su funcionamiento.

Así llegó el frío y los 700 chicos de jardín y primaria que concurren al Ferreyra se encuentran sin una mínima calefacción en las aulas donde se educan diariamente.

Los padres del Ferreyra, en consecuencia, han debido comenzar a sistematizar sus reuniones de los sábados por la mañana a ver cómo solucionan el problema. A los reclamos presentados el gobierno les ha contestado con que en estos días se van a distribuir como solución de emergencia caloventores, pero la opinión de los padres es que se trata de un intento rápido para calmar la protesta y que mantengan cerrada la boca más que una solución verdadera al problema, ya que no está muy claro que los dichosos aparatos puedan suministrar el calor necesario y ni siquiera se le comunicó a la escuela cuántos caloventores les harían llegar ni cuándo se distribuirían. Así que la asamblea decidió seguir firmemente con su reclamo: desde el Andrés Ferreyra no piden si no que exigen que les pongan el gas ya dadio que es un deber del gobierno de la ciudad garantizar las condiciones para su suministro.

Por otra parte, el ocasional visitante telefónico de Desde el aula comentó que existe un proyecto de Educación para pintar la escuela, algo que el colegio no ha solicitado y mucho menos en una situación donde hasta el sentido común dice que el dinero debería destinarse a otras prioridades, como el deseado gas y las estufas. Al parecer la pintura ni siquiera traería consigo alguna mejora edilicia real, dado que no se habla de refaccionar, corregir filtraciones de humedad, etc., sino simplemente de un par de manos de pintura como para poder maquillar un poco la situación y sacar la foto que seguramente saldrá en los diarios como si todo marchara sobre ruedas. Incluso sería ilógico que las paredes recibieran sus manos de pintura antes de que se arregle la conexión de gas, puesto que seguramente habrá que romper las paredes con ese cometido. Dada la situación los padres de la cooperadora reunidos en asamblea han decidido oponerse a la pintura, e incluso están estimando los pasos legales a seguir para frenar esa “obra”, así llamar la atención de la comunidad al respecto y presionar para que se dé prioridad a lo más urgente y necesario.

También, contó Ricardo, se han enterado medio informalmente de que el gas no llegaría ni este año ni el que viene porque está en consideración una supuesta “megaobra” que nadie sabe muy bien en qué consiste pero que se chuparía todo el financiamiento destinado a la escuela. Así que los padres se han declarado en alerta y están tratando de averiguar en qué consiste el dichoso emprendimiento que por ahora sólo permite alimentar las peores sospechas de algún negociado.

La comunicación con lo que está ocurriendo en el Andrés Ferreyra y la movilización de los padres de dicha comunidad educativa es un ejemplo más de las diversas modalidades de protesta y denuncia que hoy recorren la casi totalidad de las escuelas y colegios porteños los cuales, en épocas de gordos superávits que a diario publicitan las cifras oficiales, están más carenciados que nunca.

junio 6, 2008 at 12:13 pm Deja un comentario