Nace un amor, de Luis Saslavsky

enero 27, 2012 at 8:22 pm Deja un comentario

Un crítico presencia una típica obra teatral-musical porteña, mientras lo hace lee el diario, bosteza, se aburre y se va rapidito ni bien concluye. En realidad él es un hombre de fuertes valores y piensa que el arte es otra cosa: la realidad simple y directa con sus personajes crudos y vitales, y para ellos tiene destinada una obra verdadera, que ha ido pergeñando a lo largo de los días y que sueña con estrenar cuando se presente la oportunidad. Esa misma noche escribe un comentario devastador sobre la pieza que acaba de presenciar, una pieza retórica y malvada que sus compañeros de la redacción aplauden mientras él repite que, aunque a veces no le guste, se debe a la verdad y el arte. Al día siguiente los criticados leen las salvajes críticas entre lágrimas. Tantas, que deciden vengarse. Para ello se disfrazan de inquilinos pobres de una vecindad a la que invitan al crítico y lo maravillan con su humildad y dura existencia (“hoy vendí un poema, por un día vamos a poder comprar leche”, dice una de las actrices camufladas). Deslumbrado el crítico-artista les pide que ellos sean quienes interpreten su creación dramática: son los únicos que podrían hacerlo. Los engañadores le dicen que sí y comienzan a  ensayar y montar la pieza en el mismo teatro en que comenzó la historia. Se estrena con éxito y en el mismo instante de los vivas el crítico advierte el engaño. Entre las burlas y las risas que le taladran el cerebro piensa en suicidarse pero después opta por dedicarse al alcohol, las trompadas y las consecuentes caídas en la comisaría. Finalmente, la primera actriz, una de las cabecillas de la celada, lo va a buscar, le pide perdón y lo rescata con su amor.

Tal la resumida y barroca anécdota de la película Nace un amor, de Luis Saslavsky, que se puso en la pantalla en 1938 y cuenta con el lucimiento casi exclusivo de José Gola, el crítico en cuestión.

En su libro Cien años de cine argentino (Buenos Aires, Biblos-Osde, 2012, pág. 67) Fernando Peña afirma que Saslavsky era cercano al grupo de Victoria Ocampo y Jorge Luis Borges, y que odiaba el cine de extracción popular que encarnaba sobre todo la filmografía de José Ferreyra. Así, “Nace un amor  puede y debe verse como una feroz sátira a la poética de Ferreyra, a su particular forma de la autenticidad, a su exaltación sentimental de la bohemia”. Quizás la afirmación puede darse por buena, quizás Peña exagera un poco, lo cierto es que mirar aquella película hoy permite advertir con entusiasmo -aun con una mala copia- que las peleas estéticas y las poéticas aunque no tengan la espectacularidad de las vanguardias más sonadas tientan moralejas similares de preocupación por las formas y los contenidos aun en el marco sencillo del nacimiento de la industria criolla del cine sonoro.

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